Lencería: Situaciones e Intenciones

La lencería ha dado un giro muy satisfactorio para la mujer desde hace unos 200 años.  De ser un instrumento de tortura con fajas y corsets que impedían respirar a fondo y alimentarse adecuadamente, la ropa interior ha pasado a ser no solo un elemento de soporte y de complemento para una figura más estilizada y elegante, sino parte indispensable de nuestra vestimenta.

Estas prendas han evolucionado,  ya sea por influencia de diseñadores o íconos de la moda sino también debido a la incorporación de la mujer al mercado laboral a partir de la primera guerra mundial. Al desempeñar tareas físicas, surgió la necesidad de prendas íntimas que le permitieran moverse con más “libertad”.

Al llegar a la década de los 80’s, Madonna implantó un “Punk/Street Style” con sus sostenes negros y transparencias y su épico sostén de cono de Jean-Paul Gaultier. 

   

A mediados de los 90, los shows de la marca Victoria Secret, con supermodelos como Helena Christensen, Naomi Campbell, Heidi Klum y Stephanie Seymour marcan otro status de la ropa interior.

En el año 2016, vuelven los corsets, ya no para oprimir, comprimir y aplastar sino con una caída mucho más natural, materiales más flexibles con zippers o broches. También llegan los “bralettes”, que además de sostener, se pueden utilizar como tops.

Luego de este breve recorrido sobre historia de la moda, me encantaría enlazar el avance en la confección de la lencería femenina con la “emancipación” de la mujer. 

 En sus inicios, la ropa interior se utilizó por higiene, para esconder la silueta o darle formas alejadas de la realidad.  Al transcurrir el tiempo, su uso se centró más en su comodidad, con materiales diferentes según la estación, soporte, realce al vestuario y llegando hasta el fetichismo.

Con todos estos cambios, paulatinamente la mujer  ha ido dejando atrás los miedos y tabúes y se muestra como quiere, segura de sí misma, ya sea con ropa interior especial para deportes, sentirse cómoda en su vida personal y profesional y realzar su elegancia o su sensualidad.

Las prendas íntimas que elegimos dependen de los vaivenes del tiempo y las diferentes estaciones y de nuestras actividades profesionales o personales. 

También nos dejamos guiar por nuestro estado de ánimo o de los planes que tenemos.   Por ejemplo, cuando tenemos el ánimo decaído o estamos en esos “días del mes”, la mejor opción es “el panty de la abuela”. Si  vamos a una fiesta, no dudamos en usar la lencería más sexy que tenemos. 

Así como cada pieza de ropa que usas habla de ti, así mismo lo que llevas debajo lo harás por ser un complemento armonioso y favorecedor de tu vestuario.

 Es claro que cualquiera que sea la opción, desde mediados de la década de las 80’s, las mujeres utilizan la ropa interior por satisfacción propia y no para responder a los dictámenes de la sociedad. Su espejo le muestra una imagen moderna que llena sus expectativas y es lo que importa.

 La inclusión étnica y física de las mujeres a esta sociedad, ha permitido que muchas de ellas, sin importar figura y edad, se atrevan a sentirse más seguras y sexys.

Las modelos Ashley Graham y Tess Holliday revolucionaron a la industria, rompiendo la barrera entre  cuerpo curvy  y talla plus size y los estereotipos de moda convencionales.

La mujer de hoy, no sólo admite sus imperfecciones, sino que además las celebra. Sabe cuáles son sus puntos fuertes y lo que pueden mejorar tanto en lo físico como en lo mental.

Y ¿para las que no se atreven? No dejen que los estereotipos (edad, morfología) las limiten. Por otra parte y sin llegar a la “desubicación”, déjense llevar por el sentido común auto criticándose ante su fiel aliado, el espejo.

 Recuerden: Elegir su ropa interior es el primer paso de un look ganador. Sentirse bien consigo misma,  sexy, cómoda… es la clave para una buena proyección ante los demás. 

 Terminaré citando mi oración favorita cuando dicto talleres y charlas de imagen personal: 

“Toda mujer, sin importar su edad o tamaño, tiene el poder y el derecho de transmitir seguridad y seducción.”