
Vas construyendo y reforzando tu autoestima a lo largo de tu vida, desde la infancia hasta la vejez. En la infancia, la autoestima depende únicamente de nuestros padres y de nuestro entorno cercano. Pero, al llegar a una vida adulta, dependiendo de las herramientas que nos dieron y las experiencias de la vida, somos responsables de cómo nos juzgamos a nosotros mismos. Algo que no podemos evitar es que el tiempo pase y el cuerpo envejezca; pero esto no significa que no podamos disfrutar de la vida con una mayor calma y felicidad. No nos engañemos, al pasar los años no tenemos la misma fuerza o capacidad mental para asuntos que antes nos resultaban más sencillos. Nos empiezan a aparecer canas, arrugas, flacidez y flacidez corporal. Pero, creo que es cuestión de actitud y disciplina física y mental lo que nos aleja de la depresión, ansiedad u otras preocupaciones y dolencias, incluyendo el insomnio…